YA DISPONIBLE MÚSICA PARA ESTE MES DEDICADO A LOS DIFUNTOS EN LA WEB Y LA APP DE LA PARROQUIA.

YA TIENES DISPONIBLE EN NUESTRA WEB Y EN LA APP PARA IPHONE Y MÓVIL DE LA PARROQUIA DE AGÜIMES, MÚSICA PARA ESTOS DÍAS QUE CELEBRAMOS EL DÍA DE TODOS LOS SANTOS Y EL DÍA DE TODOS LOS DIFUNTOS
QUE LES AYUDE A VIVIR ESTOS DÍAS DONDE NOS ACORDAMOS DE FORMA ESPECIAL DE NUESTROS SERES QUERIDOS QUE YA MARCHARON A LA CASA DEL PADRE.

Cómo transmitir la fe a los hijos.


Enseña a tu hijo a rezar: verá la necesidad de los demás, será fuerte en las dificultades, tendrá un corazón agradecido….


Durante los primeros años de la vida de un niño comienzan a desarrollarse todos los aprendizajes.
Es en el contexto familiar donde el niño pronuncia sus primeras palabras, da sus primeros pasos,  aprende a rezar y a ser amigo de Jesús.
El colegio, los amigos y el ambiente social en el que  se desenvuelva también van a influir  en este aprendizaje.
Los padres tenemos un papel fundamental como transmisores de la fe.  Nuestro ejemplo, el cariño,  la manera de relacionarnos con los demás y la forma de vivir nuestra relación con Dios son fundamentales en el aprendizaje de nuestros hijos.
La paciencia, el cariño y la comprensión no deben faltar nunca en nuestra labor de transmisores fe.
Tenemos que tener presente que  el  niño  va creciendo y pasando por diversas etapas: infancia, niñez, preadolescencia, adolescencia y juventud.

La manera que tendrán de relacionarse con Jesús también cambiará y aunque haya momentos de desánimo nunca debemos darnos por vencidos. Jesús siempre tiene que estar presente en nuestra familia y en nuestro día a día.
El aprendizaje comienza por pequeños gestos, oraciones y detalles con la Virgen y el Niño Jesús.
Los padres podemos:
Rezar con los niños por la noche oraciones sencillas: Jesusito de mi vida, Ángel de la guarda.
Bendecir la mesa y rezar en el coche al comenzar un viaje.
Enseñarle a hablar con Jesús dirigiéndonos a Él con naturalidad: “Gracias Jesús por el día tan bueno que hemos pasado hoy”, “quiero pedirte por el abuelo que está enfermo”, “ayúdame a portarme un poquito mejor”…
Tener presente a la Virgen, poner un cuadro en su habitación, un Rosario, una estampa…
Llevarle a Misa y animarle a participar en los cantos, en la oración del Padre Nuestro, a dar la paz …
Vivir las fiestas desde el punto de vista cristiano:
En Navidad poner el Nacimiento, cantar villancicos, leer la Biblia  en familia.
En Semana Santa llevarle a las procesiones.
Explicarles porqué celebramos la festividad de Todos los Santos, el día de la Inmaculada…
Transmitirles el cariño hacia objetos religiosos presentes en nuestra casa: Una medalla con la Virgen, la Biblia familiar, el Rosario…
De este modo los niños crecerán viviendo la presencia de Jesús  con naturalidad.
Como padres debemos ser coherentes, rezar con ellos todos los días y siempre dar ejemplo.
Ánimo, somos sembradores de fe, todo lo que sembremos de pequeños SIEMPRE dará su fruto!!! Por: Saioa Orueta y Ana Asteinza | Fuente: Catholic.net 

Discurso del Papa Francisco al concluir el Sínodo de los obispos sobre la vocación y misión de la Familia.


Fue aprobado el Documento final que será publicado dentro de poco y servirá al Papa para escribir la Exhortación post sinodal. 24 de octubre de 2015.


Con la aprobación del documento final concluyó el Sínodo de los obispos sobre la vocación y misión de la Familia, en el Vaticano a las 18,46 de la tarde del 24 de octubre de 2015.

Fue aprobado el documento final. Todos los 94 parágrafos han superado los 2/3 de votos. Estas proposiciones servirán al Papa para escribir la Exhortación post sinodal sobre la Vocación y Misión de la Familia en la Iglesia y el mundo contemporáneo. El mismo Documento final elaborado y votado por los obispos será publicado, dentro de poco, con las respectivas votaciones de cada uno de los 94 parágrafos.
Al cierre de los trabajos Francisco habló a toda la asamblea de 270 personas, agradeciendo al Señor y a todos. Subrayando la acción del Señor, explicó que el haber puesto las dificultades de las familias delante del Señor es lo más importante. jesuita Guillermo Ortiz, Raúl Cabrera
Texto completo del discurso de Papa Francisco en lengua española, traducido del italiano
Queridas Beatitudes, eminencias, excelencias, 
Queridos hermanos y hermanas:

Quisiera ante todo agradecer al Señor que ha guiado nuestro camino sinodal en estos años con el Espíritu Santo, que nunca deja a la Iglesia sin su apoyo.
Agradezco de corazón al Cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo, a Monseñor Fabio Fabene, Subsecretario, y también al Relator, el Cardenal Peter Erdő, y al Secretario especial, Monseñor Bruno Forte, a los Presidentes delegados, a los escritores, consultores, traductores y a todos los que han trabajado incansablemente y con total dedicación a la Iglesia: gracias de corazón.
Agradezco a todos ustedes, queridos Padres Sinodales, delegados fraternos, auditores y auditoras, asesores, párrocos y familias por su participación activa y fructuosa.
Doy las gracias igualmente a los que han trabajado de manera anónima y en silencio, contribuyendo generosamente a los trabajos de este Sínodo.
Les aseguro mi plegaria para que el Señor los recompense con la abundancia de sus dones de gracia.
Mientras seguía los trabajos del Sínodo, me he preguntado: ¿Qué significará para la Iglesia concluir este Sínodo dedicado a la familia?
Ciertamente no significa haber concluido con todos los temas inherentes a la familia, sino que ha tratado de iluminarlos con la luz del Evangelio, de la Tradición y de la historia milenaria de la Iglesia, infundiendo en ellos el gozo de la esperanza sin caer en la cómoda repetición de lo que es indiscutible o ya se ha dicho.
Seguramente no significa que se hayan encontrado soluciones exhaustivas a todas las dificultades y dudas que desafían y amenazan a la familia, sino que se han puesto dichas dificultades y dudas a la luz de la fe, se han examinado atentamente, se han afrontado sin miedo y sin esconder la cabeza bajo tierra.
Significa haber instado a todos a comprender la importancia de la institución de la familia y del matrimonio entre un hombre y una mujer, fundado sobre la unidad y la indisolubilidad, y apreciarla como la base fundamental de la sociedad y de la vida humana.
Significa haber escuchado y hecho escuchar las voces de las familias y de los pastores de la Iglesia que han venido a Roma de todas partes del mundo trayendo sobre sus hombros las cargas y las esperanzas, la riqueza y los desafíos de las familias.
Significa haber dado prueba de la vivacidad de la Iglesia católica, que no tiene miedo de sacudir las conciencias anestesiadas o de ensuciarse las manos discutiendo animadamente y con franqueza sobre la familia.
Significa haber tratado de ver y leer la realidad o, mejor dicho, las realidades de hoy con los ojos de Dios, para encender e iluminar con la llama de la fe los corazones de los hombres, en un momento histórico de desaliento y de crisis social, económica, moral y de predominio de la negatividad.
Significa haber dado testimonio a todos de que el Evangelio sigue siendo para la Iglesia una fuente viva de eterna novedad, contra quien quiere «adoctrinarlo» en piedras muertas para lanzarlas contra los demás.
Significa haber puesto al descubierto a los corazones cerrados, que a menudo se esconden incluso dentro de las enseñanzas de la Iglesia o detrás de las buenas intenciones para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas.
Significa haber afirmado que la Iglesia es Iglesia de los pobres de espíritu y de los pecadores en busca de perdón, y no sólo de los justos y de los santos, o mejor dicho, de los justos y de los santos cuando se sienten pobres y pecadores.
Significa haber intentado abrir los horizontes para superar toda hermenéutica conspiradora o un cierre de perspectivas para defender y difundir la libertad de los hijos de Dios, para transmitir la belleza de la novedad cristiana, a veces cubierta por la herrumbre de un lenguaje arcaico o simplemente incomprensible.
En el curso de este Sínodo, las distintas opiniones que se han expresado libremente –y por desgracia a veces con métodos no del todo benévolos– han enriquecido y animado sin duda el diálogo, ofreciendo una imagen viva de una Iglesia que no utiliza «módulos impresos», sino que toma de la fuente inagotable de su fe agua viva para refrescar los corazones resecos.1
Y –más allá de las cuestiones dogmáticas claramente definidas por el Magisterio de la Iglesia– hemos visto también que lo que parece normal para un obispo de un continente, puede resultar extraño, casi como un escándalo, para el obispo de otro continente; lo que se considera violación de un derecho en una sociedad, puede ser un precepto obvio e intangible en otra; lo que para algunos es libertad de conciencia, para otros puede parecer simplemente confusión. En realidad, las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado.2 El Sínodo de 1985, que celebraba el vigésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, habló de la inculturación como «una íntima transformación de los auténticos valores culturales por su integración en el cristianismo y la radicación del cristianismo en todas las culturas humanas».3
La inculturación no debilita los valores verdaderos, sino que muestra su verdadera fuerza y su autenticidad, porque se adaptan sin mutarse, es más, trasforman pacíficamente y gradualmente las diversas culturas.4
Hemos visto, también a través de la riqueza de nuestra diversidad, que el desafío que tenemos ante nosotros es siempre el mismo: anunciar el Evangelio al hombre de hoy, defendiendo a la familia de todos los ataques ideológicos e individualistas.
Y, sin caer nunca en el peligro del relativismo o de demonizar a los otros, hemos tratado de abrazar plena y valientemente la bondad y la misericordia de Dios, que sobrepasa nuestros cálculos humanos y que no quiere más que «todos los hombres se salven» (1 Tm 2,4), para introducir y vivir este Sínodo en el contexto del Año Extraordinario de la Misericordia que la Iglesia está llamada a vivir.
Queridos Hermanos:
La experiencia del Sínodo también nos ha hecho comprender mejor que los verdaderos defensores de la doctrina no son los que defienden la letra sino el espíritu; no las ideas, sino el hombre; no las fórmulas sino la gratuidad del amor de Dios y de su perdón. Esto no significa en modo alguno disminuir la importancia de las fórmulas, de las leyes y de los mandamientos divinos, sino exaltar la grandeza del verdadero Dios que no nos trata según nuestros méritos, ni tampoco conforme a nuestras obras, sino únicamente según la generosidad sin límites de su misericordia (cf. Rm 3,21-30; Sal 129; Lc 11,37-54). Significa superar las tentaciones constantes del hermano mayor (cf. Lc 15,25-32) y de los obreros celosos (cf. Mt 20,1-16). Más aún, significa valorar más las leyes y los mandamientos, creados para el hombre y no al contrario (cf. Mc 2,27).
En este sentido, el arrepentimiento debido, las obras y los esfuerzos humanos adquieren un sentido más profundo, no como precio de la invendible salvación, realizada por Cristo en la cruz gratuitamente, sino como respuesta a Aquel que nos amó primero y nos salvó con el precio de su sangre inocente, cuando aún estábamos sin fuerzas (cf. Rm 5,6).
El primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas sino proclamar la misericordia de Dios, de llamar a la conversión y de conducir a todos los hombres a la salvación del Señor (cf. Jn 12,44-50).
El beato Pablo VI decía con espléndidas palabras: «Podemos pensar que nuestro pecado o alejamiento de Dios enciende en él una llama de amor más intenso, un deseo de devolvernos y reinsertarnos en su plan de salvación [...]. En Cristo, Dios se revela infinitamente bueno [...]. Dios es bueno. Y no sólo en sí mismo; Dios es –digámoslo llorando- bueno con nosotros. Él nos ama, busca, piensa, conoce, inspira y espera. Él será feliz –si puede decirse así–el día en que nosotros queramos regresar y decir: “Señor, en tu bondad, perdóname. He aquí, pues, que nuestro arrepentimiento se convierte en la alegría de Dios».5
También san Juan Pablo II dijo que «la Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia [...] y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaria y dispensadora».6
Y el Papa Benedicto XVI decía: «La misericordia es el núcleo central del mensaje evangélico, es el nombre mismo de Dios [...] Todo lo que la Iglesia dice y realiza, manifiesta la misericordia que Dios tiene para con el hombre. Cuando la Iglesia debe recordar una verdad olvidada, o un bien traicionado, lo hace siempre impulsada por el amor misericordioso, para que los hombres tengan vida y la tengan en abundancia (cf. Jn 10,10)».7
En este sentido, y mediante este tiempo de gracia que la Iglesia ha vivido, hablado y discutido sobre la familia, nos sentimos enriquecidos mutuamente; y muchos de nosotros hemos experimentado la acción del Espíritu Santo, que es el verdadero protagonista y artífice del Sínodo. Para todos nosotros, la palabra «familia» no suena lo mismo que antes, hasta el punto que en ella encontramos la síntesis de su vocación y el significado de todo el camino sinodal.8
Para la Iglesia, en realidad, concluir el Sínodo significa volver verdaderamente a «caminar juntos» para llevar a todas las partes del mundo, a cada Diócesis, a cada comunidad y a cada situación la luz del Evangelio, el abrazo de la Iglesia y el amparo de la misericordia de Dios.
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1Cf. Carta al Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica Argentina en el centenario de la Facultad de Teología (3 marzo 2015): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 13 marzo 2015, p. 13..
2 Cf. Pontificia Comisión Bíblica, Fe y cultura a la luz de la biblia. Actas de la Sesión plenaria 1979 de la Pontificia Comisión Bíb lica; CONC. ECUM. VAT. II, Cost. Past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 44.
3 Relación final (7 diciembre 1985): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 22 diciembre 1985, p. 14.
4 «En virtud de su misión pastoral, la Iglesia debe mantenerse siempre atenta a los cambios históricos y a la evolución de la mentalidad. Claro, no para someterse a ellos, sino para superar los obstáculos que se pueden oponer a la acogida de sus consejos y sus directrices»: Entrevista al Card. Georges Cottier, Civiltà Cattolica, 8 agosto 2015, p. 272.
5 Homilía (23 junio 1968): Insegnamenti, VI (1968), 1176-1178.
6 Cart. Enc. Dives in misericordia (30 noviembre 1980), 13. Dijo también: «En el misterio Pascual [...] Dios se muestra como es: un Padre de infinita ternura, que no se rinde frente a la ingratitud de sus hijos, y que siempre está dispuesto a perdonar»,Regina coeli (23 abril 1995): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 28 abril 1995, p. 1; y describe la resistencia a la misericordia diciendo: «La mentalidad contemporánea, quizás en mayor medida que la del hombre del pasado, parece oponerse al Dios de la misericordia y tiende además a orillar de la vida y arrancar del corazón humano la idea misma de la misericordia. La palabra y el concepto de misericordia parecen producir una cierta desazón en el hombre», Cart. Enc. Dives in misericordia (30 noviembre 1980), 2.
7 Regina coeli (30 marzo 2008): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 4 abril 2008, p. 1. Y hablando del poder de la misericordia afirma: «Es la misericordia la que pone un límite al mal. En ella se expresa la naturaleza del todo peculiar de Dios: su santidad, el poder de la verdad y del amor», Homilía durante la santa misa en el Domingo de la divina Misericordia (15 abril 2007): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 20 abril 2007, p. 3.
8 Un análisis acróstico de la palabra «familia» [en italiano f-a-m-i-g-l-i-a] nos ayuda a resumir la misión de la Iglesia en la tarea de:
Formar a las nuevas generaciones para que vivan seriamente el amor, no con la pretensión individualista basada sólo en el placer y en el «usar y tirar», sino para que crean nuevamente en el amor auténtico, fértil y perpetuo, como la única manera de salir de sí mismos; para abrirse al otro, para ahuyentar la soledad, para vivir la voluntad de Dios; para realizarse plenamente, para comprender que el matrimonio es el «espacio en el cual se manifiestan el amor divino; para defender la sacralidad de la vida, de toda vida; para defender la unidad y la indisolubilidad del vínculo conyugal como signo de la gracia de Dios y de la capacidad del hombre de amar en serio» (Homilía en la Santa Misa de apertura de la XIV Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, 4 octubre 2015: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 9 octubre 2015, p. 4; y para valorar los cursos prematrimoniales como oportunidad para profundizar el sentido cristiano del sacramento del matrimonio.
Andar hacia los demás, porque una Iglesia cerrada en sí misma es una Iglesia muerta. Una Iglesia que no sale de su propio recinto para buscar, para acoger y guiar a todos hacía Cristo es una Iglesia que traiciona su misión y su vocación.
Manifestar y difundir la misericordia de Dios a las familias necesitadas, a las personas abandonadas; a los ancianos olvidados; a los hijos heridos por la separación de sus padres, a las familias pobres que luchan por sobrevivir, a los pecadores que llaman a nuestra puerta y a los alejados, a los diversamente capacitados, a todos los que se sienten lacerados en el alma y en el cuerpo, a las parejas desgarradas por el dolor, la enfermedad, la muerte o la persecución.
Iluminar las conciencias, a menudo asediadas por dinámicas nocivas y sutiles, que pretenden incluso ocupar el lugar de Dios creador. Estas dinámicas deben de ser desenmascaradas y combatidas en el pleno respeto de la dignidad de toda persona humana.
Ganar y reconstruir con humildad la confianza en la Iglesia, seriamente disminuida a causa de las conductas y los pecados de sus propios hijos. Por desgracia, el antitestimonio y los escándalos en la Iglesia cometidos por algunos clérigos han afectado a su credibilidad y han oscurecido el fulgor de su mensaje de salvación.
Laborar para apoyar y animar a las familias sanas, las familias fieles, las familias numerosas que, no obstante las dificultades de cada día, dan cotidianamente un gran testimonio de fidelidad a los mandamientos del Señor y a las enseñanzas de la Iglesia.
Idear una pastoral familiar renovada que se base en el Evangelio y respete las diferencias culturales. Una pastoral capaz de transmitir la Buena Noticia con un lenguaje atractivo y alegre, y que quite el miedo del corazón de los jóvenes para que asuman compromisos definitivos. Una pastoral que preste particular atención a los hijos, que son las verdaderas víctimas de las laceraciones familiares. Una pastoral innovadora que consiga una preparación adecuada para el sacramento del matrimonio y abandone la práctica actual que a menudo se preocupa más por las apariencias y las formalidades que por educar a un compromiso que dure toda la vida.
Amar incondicionalmente a todas las familias y, en particular, a las pasan dificultades. Ninguna familia debe sentirse sola o excluida del amor o del amparo de la Iglesia. El verdadero escándalo es el miedo a amar y manifestar concretamente este amor. Por: Papa Francisco | Fuente: es.radiovaticana.va 

CALENDARIO DE APERTURA DEL CEMENTERIO PARROQUIAL LA SEMANA DEL 26 AL 2 NOVIEMBRE 2015.










CALENDARIO DE APERTURA DEL CEMENTERIO CON MOTIVO DEL DÍA DE LOS DIFUNTOS.

- del 26 al 30 de octubre (lunes a viernes): horario de 8 a 12 y de 15 a 18
- 31 de octubre, sábado: horario de 8 a 18 horas.

- 1 de noviembre, domingo:Festividad de todos los Santos en horario de: 8 a 18 horas.

- 2 de noviembre, lunes: Conmemoración de los Difuntos en horario de: 8 a 18 horas.


CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA EN EL CEMENTERIO PARROQUIAL DE AGÜIMES.
- Domingo, 1 de noviembre, a las 5 de la tarde

- Lunes, 2 de noviembre, a las 5 de la tarde

María, Madre de misericordia.


Conclusión final de la Encíclica Veritatis Splendor, dada en Roma, por el Santo Padre Juan Pablo II, el 6 de agosto del año 1993.


Al concluir estas consideraciones, encomendamos a María, Madre de Dios y Madre de misericordia, nuestras personas, los sufrimientos y las alegrías de nuestra existencia, la vida moral de los creyentes y de los hombres de buena voluntad, las investigaciones de los estudiosos de moral.

María es Madre de misericordia porque Jesucristo, su Hijo, es enviado por el Padre como revelación de la misericordia de Dios (cf. Jn 3, 16-18). Él ha venido no para condenar sino para perdonar, para derramar misericordia (cf. Mt 9, 13). Y la misericordia mayor radica en su estar en medio de nosotros y en la llamada que nos ha dirigido para encontrarlo y proclamarlo, junto con Pedro, como «el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16). Ningún pecado del hombre puede cancelar la misericordia de Dios, ni impedirle poner en acto toda su fuerza victoriosa, con tal de que la invoquemos. Más aún, el mismo pecado hace resplandecer con mayor fuerza el amor del Padre que, para rescatar al esclavo, ha sacrificado a su Hijo(181): su misericordia para nosotros es redención. Esta misericordia alcanza la plenitud con el don del Espíritu Santo, que genera y exige la vida nueva. Por numerosos y grandes que sean los obstáculos opuestos por la fragilidad y el pecado del hombre, el Espíritu, que renueva la faz de la tierra (cf. Sal 104, 30), posibilita el milagro del cumplimiento perfecto del bien. Esta renovación, que capacita para hacer lo que es bueno, noble, bello, grato a Dios y conforme a su voluntad, es en cierto sentido el colofón del don de la misericordia, que libera de la esclavitud del mal y da la fuerza para no volver a pecar. Mediante el don de la vida nueva, Jesús nos hace partícipes de su amor y nos conduce al Padre en el Espíritu.
 
Esta es la consoladora certeza de la fe cristiana, a la cual debe su profunda humanidad y su extraordinaria sencillez. A veces, en las discusiones sobre los nuevos y complejos problemas morales, puede parecer como si la moral cristiana fuese en sí misma demasiado difícil: ardua para ser comprendida y casi imposible de practicarse. Esto es falso, porque —en términos de sencillez evangélica— consiste fundamentalmente en el seguimiento de Jesucristo, en el abandonarse a él, en el dejarse transformar por su gracia y ser renovados por su misericordia, que se alcanzan en la vida de comunión de su Iglesia. «Quien quiera vivir —nos recuerda san Agustín—, tiene en donde vivir, tiene de donde vivir. Que se acerque, que crea, que se deje incorporar para ser vivificado. No rehuya la compañía de los miembros»(182). Con la luz del Espíritu, cualquier persona puede entenderlo, incluso la menos erudita, sobre todo quien sabe conservar un «corazón entero» (Sal 86, 11). Por otra parte, esta sencillez evangélica no exime de afrontar la complejidad de la realidad, pero puede conducir a su comprensión más verdadera porque el seguimiento de Cristo clarificará progresivamente las características de la auténtica moralidad cristiana y dará, al mismo tiempo, la fuerza vital para su realización. Vigilar para que el dinamismo del seguimiento de Cristo se desarrolle de modo orgánico, sin que sean falsificadas o soslayadas sus exigencias morales —con todas las consecuencias que ello comporta— es tarea del Magisterio de la Iglesia. Quien ama a Cristo observa sus mandamientos (cf. Jn 14, 15).

María es también Madre de misericordia porque Jesús le confía su Iglesia y toda la humanidad. A los pies de la cruz, cuando acepta a Juan como hijo; cuando, junto con Cristo, pide al Padre el perdón para los que no saben lo que hacen (cf. Lc 23, 34), María, con perfecta docilidad al Espíritu, experimenta la riqueza y universalidad del amor de Dios, que le dilata el corazón y la capacita para abrazar a todo el género humano. De este modo, se nos entrega como Madre de todos y de cada uno de nosotros. Se convierte en la Madre que nos alcanza la misericordia divina.


María es signo luminoso y ejemplo preclaro de vida moral: «su vida es enseñanza para todos», escribe san Ambrosio(183), que, dirigiéndose en especial a las vírgenes, pero en un horizonte abierto a todos, afirma: «El primer deseo ardiente de aprender lo da la nobleza del maestro. Y ¿quién es más noble que la Madre de Dios o más espléndida que aquella que fue elegida por el mismo Esplendor?»(184). Vive y realiza la propia libertad entregándose a Dios y acogiendo en sí el don de Dios. Hasta el momento del nacimiento, custodia en su seno virginal al Hijo de Dios hecho hombre, lo nutre, lo hace crecer y lo acompaña en aquel gesto supremo de libertad que es el sacrificio total de su propia vida. Con el don de sí misma, María entra plenamente en el designio de Dios, que se entrega al mundo. Acogiendo y meditando en su corazón acontecimientos que no siempre puede comprender (cf. Lc 2, 19), se convierte en el modelo de todos aquellos que escuchan la palabra de Dios y la cumplen (cf. Lc 11, 28) y merece el título de «Sede de la Sabiduría». Esta Sabiduría es Jesucristo mismo, el Verbo eterno de Dios, que revela y cumple perfectamente la voluntad del Padre (cf. Hb 10, 5-10).
María invita a todo ser humano a acoger esta Sabiduría. También nos dirige la orden dada a los sirvientes en Caná de Galilea durante el banquete de bodas: «Haced lo que él os diga» (Jn 2, 5).

María comparte nuestra condición humana, pero con total transparencia a la gracia de Dios. No habiendo conocido el pecado, está en condiciones de compadecerse de toda debilidad. Comprende al hombre pecador y lo ama con amor de Madre. Precisamente por esto se pone de parte de la verdad y comparte el peso de la Iglesia en el recordar constantemente a todos las exigencias morales. Por el mismo motivo, no acepta que el hombre pecador sea engañado por quien pretende amarlo justificando su pecado, pues sabe que, de este modo, se vaciaría de contenido el sacrificio de Cristo, su Hijo. Ninguna absolución, incluso la ofrecida por complacientes doctrinas filosóficas o teológicas, puede hacer verdaderamente feliz al hombre: sólo la cruz y la gloria de Cristo resucitado pueden dar paz a su conciencia y salvación a su vida.
María,
Madre de misericordia,
cuida de todos para que no se haga inútil
la cruz de Cristo,
para que el hombre
no pierda el camino del bien,
no pierda la conciencia del pecado
y crezca en la esperanza en Dios,
«rico en misericordia» (Ef 2, 4),
para que haga libremente las buenas obras
que él le asignó (cf. Ef 2, 10)
y, de esta manera, toda su vida
sea «un himno a su gloria» (Ef 1, 12).
Por: S.S. Juan Pablo II | Fuente: Vatican.va 

CAMPAÑA DEL DOMUD,18 DE OCTUBRE...Misioneros de la misericordia.


LEMA . “MISIONEROS... Son aquellos que, en la Iglesia “en salida”, saben adelantarse sin miedo e ir al encuentro de todos para mostrarles al Dios cercano, providente y santo. Con su vida de entrega al Señor,
sirviendo a los hombres y anunciándoles la alegría del perdón, revelan el misterio del amor divino en plenitud. Por medio de ellos, la misericordia de Dios alcanza la mente y el corazón de cada persona. . ... DE LA MISERICORDIA” La misericordia es la identidad de Dios, resplandor de su omnipotencia, que se vuelca para ofrecernos la salvación. Es también la identidad de la Iglesia, hogar donde cada persona puede sentirse acogida, amada y alentada a vivir la vida buena del Evangelio. Y es, por ello, la identidad del misionero, que acompaña con amor y paciencia el crecimiento integral de las personas, compartiendo su día a día.

CARTEL . LA IMAGEN. Las obras de misericordia son el revulsivo para despertar nuestra conciencia, tan aletargada ante el drama de la pobreza, y entrar aún más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. Todo queda plasmado en el abrazo entre una misionera y una anciana. La expresión de sus rostros es reflejo de un amor misericordioso, comprometido, recíproco, profundo.
SU HISTORIA. La misionera de la foto explica: “Aida, al fallecer su marido, ha pasado un tiempo sola, desconsolada, dejada por completo y casi ciega. A las Hermanas nos considera su familia. Nosotras estuvimos presentes ya antes,
pues, al ser un matrimonio mayor, los visitábamos, les dábamos la comunión y hacíamos por ellos lo que está a nuestro alcance. Aida no olvida la lucha que mantuvimos con ella para ayudarles. Le aconsejamos que metiera en la casa a
una familia que la cuidara. El cambio que ha dado es radical. El Señor hace maravillas con sus pobres. Nosotras seguimos visitándola y dando gracias a Dios por ella. Hace un mes la han operado de un ojo, y está feliz de poder ver” 

OBJETIVOS . Celebrar la Jornada Mundial de las Misiones, en comunión con toda la Iglesia, para vivir la dimensión universal de la fe y el compromiso de la caridad con los más pobres. . Invitar a todas las comunidades cristianas a participar en las actividades de información, formación y cooperación
misionera organizadas con motivo del DOMUND. . Promover una corriente fraterna y solidaria de colaboración económica con las necesidades materiales de los misioneros y de las misiones, a través de las Obras Misionales Pontificias.

Sínodo de la familia: formar la conciencia de los futuros matrimonios.


El Sínodo de los obispos sobre la familia que se está realizando en Roma hasta el 25 del presente mes, ha contado el pasado sábado con 43 intervenciones, mientras que hoy el lunes y mañana martes hay círculos menores que harán su relación el miércoles por la mañana.

Lo indicó hoy el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, precisando que laRelación final será presentada al papa Francisco, quien decidirá si se publica inmediatamente o no, y quien después de todo este camino pastoral tomará o menos las medidas que considere necesarias para el bien de la Iglesia. Para preparar este documento, el Sínodo trata desde el sábado la segunda y tercera parte del Instrumentum Laboris. 

En la Sala de Prensa del Vaticano, además del portavoz explicaron a los periodistas lo sucedido el sábado por la mañana y hoy lunes, los portavoces en idioma español, el padre Manuel Dorantes; en inglés, el padre Thomas Rosica CSB, la francesa Romilda Ferrauto y el sacerdote Bernad Hagenkord SJ. 

Tal y como explicaron, las ideas más recurrentes entre los padres sinodales han sido la formación y el acompañamiento. Han surgido temas como "noviciado del matrimonio" y la necesidad de "incluir a las familias en la formación". 

Asimismo han subrayado la necesidad de integrar la verdad y la misericordia, tema en el que surgió, por ejemplo, la situación de los divorciados vueltos a casar por lo civil y su acceso a los sacramentos. Por ello, algunos padres sinodales en sus intervenciones han hablado de caminos pastorales para posibles soluciones concretas. En el camino sinodal, indicó el portavoz del Vaticano se va definiendo la línea de que los divorciados y vueltos a casar no puedan hacer la comunión sacramental, si bien en los próximos días se seguirá profundizando la temática.

El portavoz en español indicó que entre los padres sinodales hispanohablantes se ha indicado la importancia de dar mejor y más formación a las parejas que van a contraer matrimonio. También explicó cómo se afrontó el concepto de conciencia. Es necesario acompañar a las parejas -- ha precisado-- en la formación de su conciencia, de acuerdo a las enseñanzas de la Iglesia, porque solamente las indicaciones de la conciencia de por sí no bastan. 

Y es la que la Iglesia debe ser madre que acompaña, tal y como indicó el padre Rosica. Los padres sinodales por ello han tratado también situaciones como los matrimonios mixtos, matrimonios separados con hijos, familias monoparentales, familias en las que la presencia de unos de los progenitores es limitada. "Hay que elaborar estrategias pastorales que aborden todas las situaciones", han observado los padres sinodales. 

La portavoz de lengua francesa, ha precisado que es necesario hacer un llamamiento a la conciencia, "formar e informar", así como insistir en la fidelidad. Por su parte, el padre Manuel Dorantes subrayó la idea del acompañamiento durante la preparación al matrimonio, como un "itinerario catequético o algo similar a la iniciación cristiana". Al concluir dieron su testimonio dos matrimonios de auditores uno de India y otro de Brasil.
Fuente: Catholic.

NUESTRO PÁRROCO FELICITA EN EL 1º.ANIVERSARIO DE LA PÁGINA WEB ...¡¡¡ ESTAMOS DE CUMPLEAÑOS !!!


¡¡¡ ESTAMOS DE CUMPLEAÑOS !!!

   
La Página Web de la Parroquia está de aniversario. El día 6 de octubre víspera de Nª.Sra del Rosario cumple su primer año de vida. Ciertamente está siendo un gran bien para muchas personas y para la organización de la Comunidad Parroquial. Prueba de ello es que, en tan poco tiempo, la han visitado 55261 personas y de diversos países. Sin duda que ha superado todos nuestros sueños,siendo España el primer país y en segundo lugar Estados Unidos,gracias al mundo entero por seguirnos.

Como pueden comprobar la página realiza un servicio de información , ayuda a la oración en definitiva de evangelización no sólo a la comunidad Parroquial de Agüimes sino al mundo entero.

FELICIDADES a todas las personas que la utilizan, felicidades a la Comunidad Parroquial. Sobre todo nuestra felicitación y profundo agradecimiento a Carmelo Guerra Sánchez por su creación, dedicación y constancia. ¡Gracias Carmelo!

Apostemos todos por ir enriqueciéndola y así continúe prestando un mejor servicio.

                      Rvdo.D.Miguel A. Lantigua Barrera.
                            Párroco de San Sebastián.