Testimonio de Nacho y Paula matrimonio que experimentó una complicada situación."Sí a la Vida ".



Testimonio de Nacho y Paula, matrimonio que experimentó una complicada situación donde se sintieron acompañados por su inquebrantable fe, por su familia y amigos.
Padres de cinco hijas. La tercera, Eugenia, nació con parálisis cerebral. Su nacimiento cambió sus vidas...y el de mucha gente.

¡¡¡ FELICITACIÓN DE SAN JOSÉ !!!



Queridos hombres y esposos del mundo:


Entre tantas felicitaciones como recibiréis en estos días, estoy seguro de que ninguno de vosotros espera un saludo mío.
En el fondo, os entiendo. Yo fui el gran mudo de la Navidad. Todos hablan de mí. Pero yo no hablaba nada. A mí sólo me correspondía ver, mirar, contemplar y luego dejar que mi corazón entendiese.
Es posible que muchos me sientan envidia. ¡Oh qué padre tan feliz! ¡Tener por hijo nada menos que al Hijo de Dios! Sí. Es una maravilla.
Pero todo eso es maravilloso en la fe.
Confieso que yo no entendía nada. Para mí todo era un misterio.
Esperaba el nacimiento del Hijo de Dios. Y veo a un niño como los demás.
Esperaba que Dios naciese radiante como nace brillante el sol cada mañana. Y el Niño no tenía brillo particular.
Olía como huelen los niños recién nacidos. Olía a vida recién estrenada.
Lloraba como lloran los niños cuando nacen.
Y con los ojitos cerrados como todo niño al nacer.
Y en mi corazón, tenía que decir: “y a pesar de todo es el Hijo de Dios”… “y es el Mesías esperado”…
Mi primera desilusión fue cuando, al llegar a Belén, todas las puertas se me cerraron.
Yo era consciente de que en cualquier instante María estaba para dar a luz. Ya no era el momento de andar pensando grandes cosas.
Y es terrible llamar a una puerta y que te den con ella en las narices como a gente indeseada. No estaba discutiendo el precio de una pequeña habitación, al contrario, sentía que en ese momento, los tres: María, el Niño y yo, éramos “parte de los excluidos, de las personas que no tienen cabida, con las que no se cuenta”.
Todos me pedían mis documentos. Y yo venía precisamente a buscarlos a Belén. Y como no los tenía, todos pensaban que pudiera ser gente de mal vivir.
¡Y yo, con el parto de María a las puertas! No se imaginan el sufrimiento de aquellas horas. A ella le decía cariñosamente: “espera, María, un momento más…” Y la pobrecita me miraba con unos ojitos tan maternales que me rompían el alma.
Cuando encontramos el establo, “una cueva sin puerta, un refugio de animales”, sentí que el alma me volvía al cuerpo. No era gran cosa para la maravilla que esperaba. Pero era todo lo que yo le podía ofrecer. Yo pensaba para mis adentros: “por esta puerta que ya ni es puerta entra en el mundo el amor y la liberación de Dios”.
Por un momento, aquello me pareció un palacio. Al menos, tenía un ambiente templado por la presencia del borrico y una vaca tumbados sobre la hierba seca.
Permitirme , por un momento, pensar en cuantos también hoy, como nosotros entonces, se sienten excluidos, de los que están de más, esos que vosotros hoy llamáis “parásitos de la sociedad” y que otros califican de “ilegales”. Yo también me sentí ilegal en Belén.
Mi cabeza pensaba en la cuna que le había hecho al Niño y que tuvimos que dejarla en Nazaret. Naturalmente era imposible traerla con nosotros. Yo había puesto todo mi cariño haciéndola. Y total, para nada. Se había quedado en el taller a la espera de nuestro regreso.
Tampoco os voy a decir que para mí fue aquello algo tremendo.
Mi alma estaba muy en calma.
Mi espíritu muy sereno.
Al fin y al cabo, me daba cuenta de que ésos eran los caminos de Dios.
Por eso, en medio de mi sufrimiento humano, interiormente viví la gran fiesta del amor de Dios a los hombres.
Y esto me gustaría que lo aprendieseis también vosotros los esposos. Es posible que, en el fondo de vuestro corazón, soñéis con grandes cosas. Y luego la vida os hace aterrizar. La vida no siempre responde a los gritos del corazón.
Lo importante, en estos casos, es no dejar que la realidad se imponga a nuestros sentimientos y a nuestras ilusiones.
Además, esos sufrimientos por amor y fruto del amor, son sufrimientos que sanan y curan mucho nuestros corazones. Nos limpian por dentro para que podamos ver mejor con nuestros ojos.
Habrá cosas en vuestras vidas no siempre fáciles de entender. Lo mismo me sucedía a mí. Pero no siempre lo importante es entender. Lo fundamental es saber aceptar los caminos de Dios.
Por eso, en estas Navidades, en las que todos vosotros me volveréis a poner serio, apoyado en mi bastón junto al pesebre, yo os quiero felicitar.
Os debo decir que yo no estaba tan serio como me pintáis. En mi corazón había una gran fiesta. Además, ¿cómo podía yo causarle preocupaciones a María? Ella necesitaba también de mi apoyo moral.
Y verme preocupado sería para ella una pena más. Yo no podía hacerlo.
Yo tenía que ser el hombre firme en la fe.
Firme en la aceptación de aquel Hijo que no me pertenecía pero que yo quise y amé como si fuese mío propio.
Yo, que algo me sé de Navidad y de familia, quiero felicitar a todos los hogares en estas Navidades.
Quiero felicitar a todas las mamás que saben lo que es dar a luz un hijo, incluso no siempre en las debidas condiciones.
Quiero felicitar a todos los papás para quienes un hijo más implica un esfuerzo más en la vida.
Que en estas Navidades 2016 seáis todos muy felices. Que si tenéis problemas no os dejéis aplastar por ellos. Y que todos viváis el gozo y la alegría del gran regalo de Dios en estos días: El regalo de su Hijo Jesús.
San José, un esposo que sabe mucho de Navidad.                        
Juan Jáuregui.Sacerdote 

Agradecimiento al CEIP.Roque Aguayro y Colegio Ntra.Sra. del Rosario de Agüimes su Solidaridad en estas navidades.

AGRADECIMIENTO A LA SOLIDARIDAD

      La Navidad no se entiende sin la solidaridad. El equipo de voluntarias Cáritas Parroquial y las personas  atendidas  propio agradecemos a la Comunidad Educativa, padres y alumnado del CEIP. ROQUE AGUAYRO y COLEGIO NTRA. SRA. DEL ROSARIO  la importante  aportación de alimentos que hemos recibido para Cáritas Parroquial en la Campaña de Navidad que han realizado.





     











Valoramos este gesto solidario por parte de estos Centros. Creemos que en estos momentos educar en la solidaridad es importante.
                
¡¡¡ Seamos solidarios siempre !!!


DEJEMOS LAS PRISAS: ES NAVIDAD



Eso que planteamos no es Navidad. La Navidad la entenderemos cuando seamos capaces de adentrarnos en el misterio de un Dios que se encarna por amor.
El problema ha surgido al pretender penetrar en el misterio que encierra la Navidad, al margen de la historia humana.
Todas nuestras experiencias vitales han de servirnos para iluminar nuestra realidad. Al contemplar la encarnación, debemos darnos cuenta de que no podemos separar de nuestra realidad ese mundo ansioso de Dios, ansioso de salvación; ese mundo, que daría cualquier cosa por salir de su superficialidad, de su desequilibrio, de sus prisas, de sus miedos…, pero que no encuentra el modo de hacerlo.
La Navidad nos muestra que nuestra salvación no consiste en comer, despilfarrar y derrochar por doquier. Tampoco en que se suprima el sufrimiento, ni los conflictos, ni las limitaciones…, sino en saber que somos portadores de algo grandioso y que, aunque lo llevemos, como dice san Pablo, en vasijas de barro, y un barro quebradizo y de baja calidad…, albergamos en nuestro interior lo más sublime: la palabra de Dios, la vida de Dios.
Nuestra salvación, por tanto, no consiste en que nada se hunda, sino en que yo siga en pie, porque me haya convencido de que es el mismo Jesús, nacido en la cueva de Belén, el que habita en mi ser.
Tampoco consiste nuestra salvación en que nuestra casa esté repleta de las últimas novedades, con la mesa al detalle, los candelabros de plata y la vajilla último modelo…, sino en que mis puertas estén abiertas de par en par para que pueda llenarse de la presencia liberadora de Dios.
Nuestra salvación consistirá en que dejemos que Jesús se encarne en nosotros y cada uno prolonguemos a los demás su encarnación, llenando de luz el entorno en que nos encontremos.
Para ello no tenemos nada más que acudir a la Madre.
Que sea ella misma la que nos muestre a su Hijo para poder adorarlo.
Da seguridad ver a los personajes que rodearon a María para que se realizase la obra de Dios. Eran, como Ella, gente sin relevancia: primero José, con el que se había desposado; unos pastores; gente anónima del pueblo… y, ahora nosotros, personas tan normales como ellos, pero abiertas, también como ellos, a la novedad de Dios.
Juan Jáuregui(Sacerdote) 

La Misa es larga, dices, y añado yo: porque tu amor es corto“.


¿Cuántas veces habremos oído la típica queja de que la Misa es aburrida, de que se hace larga? 
¿Cuántas veces habremos oído la típica queja de que la Misa es aburrida, de que se hace larga? ¿Cuántas veces los mismos sacerdotes se han empeñado en deformar la liturgia para intentar que la Misa sea más entretenida? Sin duda, sin malicia, claro está, pero a veces dejando casi irreconocible el Santo Sacrificio del altar.
Sin embargo, hay que partir de un punto vital: el núcleo de la Misa, a quien va dirigida, es Dios. No es el sacerdote ni es el feligrés. No vamos a Misa para pasar el rato, ni para divertirnos, ni deberíamos ir tan sólo a cumplir un precepto. Deberíamos ir a Misa por amor. Amor a Cristo, que renueva su sacrificio en la cruz delante de nosotros.
Seguro que a algún sujeto presente en el Gólgota también le pareció aburrida la crucifixión de Cristo. A algún centurión, cansado de ver siempre lo mismo, que no sabía lo que tenía delante y pensaba que era tan sólo una muerte más.
También había quienes iban buscando un entretenimiento. Las ejecuciones siempre han atraído mucho público, no es algo de ahora.
Pero también estaban santa María y san Juan. En una actitud completamente distinta. Dudo que les pareciera un aburrimiento ni un momento para pasar el rato. No veo a Juan diciendo: “Señor, date prisa, que me aburro”. Sin embargo, esto mismo lo vemos a diario en Misa en cuanto se alarga mínimamente.
Quizá la pregunta que debemos hacernos es con cuál de esas actitudes vamos a Misa. Si no es la tercera, la de un encuentro con el Señor que nos sobrepasa por completo, sabedores del inmenso sacrificio que vamos a contemplar, de que vamos a vivir una experiencia misteriosa y sagrada en comunión con toda la Iglesia, incluyendo la triunfante y la purgante, es que algo falla. Y no en la Misa, sino en nosotros.
De la misma manera para el sacerdote: si tu actitud no es de pequeñez ante la inmensidad y la belleza de la liturgia, de humildad y pobreza ante la consagración, en la que el mismo Dios se pone en tus manos, de servicio a Dios y a la Iglesia antes que a tus gustos y preferencias, algo falla. En ti.
Por: Jorge Sáez Criado | Fuente: catolicosconaccion.com 

PROGRAMA DE NAVIDAD 2016 PARROQUIA DE AGÜIMES

La parroquia de Agüimes te invita a que vivas la Navidad desde la fe en Cristo que viene, por eso ha preparado un programa de actos para que vivas la Navidad este año dedicando tiempo a Dios.
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¿ Dónde celebramos el Adviento y la Navidad ? ¿En la Iglesia o en la Plaza del pueblo?


¿ Dónde celebramos el Adviento y la Navidad ? 

¿En la Iglesia o en la Plaza del pueblo?


                   Hola amigos y amigas de www.parroquiadeaguimes.es:
                      
                      Llegó el Adviento y con ello la preparación a la Navidad, es decir, la llegada del Salvador, el Hijo de Dios.
En esta sociedad tan materialista  y tan apartada de Dios, ya vemos como la navidad está instaurada en todos los lugares, centro comerciales, avenidas, calles etc…pero todos con un mensaje claro materialista del tiempo que está por llegar.
       
 Este que les escribe no está en contra que se regale en navidad pero si lo debemos hacer con cabeza y con un sentido de la responsabilidad con nosotros primero y luego con los demás.
No por regalar más somos más felices o las personas que lo reciben son más felices.
La felicidad se consigue con un gesto de amor, de oír a la otra persona, de acompañar,esto si sería un buen regalo de Navidad porque con ello estamos haciendo que nazca Jesús en cada hogar.
                       Debemos educar a nuestros hijos que la Navidad es más que regalos y por supuesto vivirla en nuestro hogar con verdadero sentido cristiano.
Por eso el título de este artículo lo denomine ¿dónde debemos celebrar el Adviento y la Navidad, en la Iglesia o en la plaza del pueblo?  .
Tengo claro que en los dos lugares, pero siempre siendo coherente con mis creencias, sería bueno que nosotros los cristianos en la plaza del pueblo, en las asociaciones, en las murgas, grupos folklóricos, etc… demos testimonio de Jesús que nace en nuestro corazón y no solamente acordarnos de Él porque preparo un villancico, preparo una obra de teatro, acudo a un encuentro de villancicos etc…
                    Tenemos que tener claro, Jesús viene a salvarnos y a darnos su amor infinito.
Existe un personaje muy importante  en el Adviento y la Navidad y es María., la Virgen nuestra Madre, aquella que dijo Sí al plan de Dios con nosotros.
María nos enseña a esperar al Salvador porque nadie como Ella sabe lo que es esperar.
Acudamos a ella y pidámosle que nos enseñe a vivir la Navidad de forma verdadera,  los momentos de reuniones familiares, con compañeros de trabajo sean verdaderos encuentros de fraternidad y acogida con el único fin que dejemos a Dios nazca en nuestro interior.
                     Es verdad ,la sociedad que nos ha tocado vivir con las cosas relacionadas con Dios apesta, pero les digo una cosa, Dios siempre estará con nosotros y nunca nos olvida, por más se empeñen algunos de borrar su presencia.
                     Hagamos que esta navidad sea diferente, cuando oigamos villancicos no nos venga a la cabeza la palabra tristeza  y así justificar que la Navidad no nos gusta porque nos acordamos de nuestros seres queridos que ya no están con nosotros y me siento muy deprimido.
Si esa es nuestra respuesta estamos mal encaminados y no hemos entendido nada porque somos esclavos del consumismo que otros quieren, para borrar a Dios de nuestras vidas, por ello te invito a vivir el Adviento y la Navidad de forma sincera y en actitud de acogida.
Jesús viene para quedarse siempre con nosotros, este tiempo no es solamente para que se preparen solamente los curas, religiosas sino para el cristiano de a pie, el que tiene una familia, un trabajo, un círculo de amigos etc…
                   Por eso tenemos que celebrar el Adviento y la Navidad en los dos lugares en la Iglesia y en la plaza del pueblo…dar testimonio de Jesús a los cuatro vientos.
                
  Y por último hagamos caso a nuestro Santo Padre el Papa Francisco, quiere unos cristianos fuera de su zona de confort, en la calle, en los movimientos culturales dando testimonio de Jesús con sus actos y ejemplos de vida. ¿Te apuntas?

¿Dónde lo vas a celebrar tú? ¿La Iglesia o la Plaza del pueblo?

Un abrazo y un saludo a todos los seguidores de los medios de comunicación  de Parroquia de Agüimes y darles las gracias por su fidelidad con este medio.
Carmelo Guerra Sánchez.

Papa Francisco: El temor de Dios no es miedo, es humildad.


El Santo Padre explica que la humildad del pequeño es la que camina en la presencia del Señor, no habla mal de los otros y mira solamente el servicio.

 (ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Dios revela el misterio de la salvación a los pequeños, no a los sabios y entendidos. Así lo ha recordado el papa Francisco en la homilía de la misa en la residencia Santa Marta celebrada este martes. Haciendo referencia a las lecturas del día, el Santo Padre se ha detenido sobre la virtud de los pequeños que es el temor de Dios, no miedo, sino humildad.
“La alabanza de Jesús al Padre” que narra el Evangelio de Lucas, es porque el “Señor revela a los pequeños los misterios de la Salvación, el misterio de sí mismo”.  Así, el Pontífice ha subrayado la preferencia de Dios por quien sabe entender sus misterios, no los sabios y los entendidos, sino el “corazón de los pequeños”.
Además, ha explicado que también la primera lectura que está llena “de pequeños detalles” , “va en esta línea”. El profeta Isaías habla de un “pequeño brote” que “nacerá del pequeño tronco de Jesé” y no de “un ejército” que llevará la liberación.
En esta misma línea ha hablado además de los pequeños protagonistas de la Navidad. “Después, en Navidad veremos esta pequeñez: un niño, un establo, una madre, un padre… Las cosas pequeñas”, ha observado. Corazones grandes –ha señalado– pero actitudes pequeñas.
El Santo Padre ha insistido en que el “temor del Señor no es el miedo”, es, “hacer vida el mandamiento que Dios ha dado a nuestro padre Abrahán: camina en mi presencia y sé irreprensible”. Por eso, el Papa ha precisado que esta es la humildad, el temor del Señor es la humildad.
Y solo los pequeños –ha precisado– son capaces de entender plenamente el sentido de la humildad, el sentido del temor del Señor, porque caminando delante del Señor, mirados y cuidados, sienten que el Señor les da la fuerza para ir adelante.
Es así que el Papa explica cómo es la verdadera humildad: “Vivir la humildad cristiana es tener este temor del Señor, que no es miedo”. Al mismo tiempo ha añadido que “la humildad es la virtud de los pequeños, la verdadera humildad, no la humildad un poco teatral”. Por eso ha advertido que decir “yo soy humilde  estoy orgulloso de serlo”, no es verdadera humildad. La humildad del pequeño –ha precisado– es la que camina en la presencia del Señor, no habla mal de los otros, mira solamente el servicio, se siente el más pequeño.
Por otro lado, el Pontífice ha aseverado que es “muy humilde” la joven que Dios “mira” para “enviar a su Hijo” y que enseguida va donde su prima Isabel y no dice nada “de lo que había sucedido”. La humildad –ha insistido Francisco– es así, caminar en la presencia del Señor, felices, alegres porque somos“mirados por Él”, “exultantes en la alegría por ser humildes” como narra Jesús en el Evangelio del día.
Para concluir la homilía, el Pontífice ha indicado que mirando a Jesús que exulta en la alegría, porque Dios revela su misterio a los humildes, podemos pedir “para todos nosotros la gracia de la humildad, la gracia del temor de Dios, del caminar en su presencia tratando de ser irreprensibles”. Y así, con esta humildad, “podemos estar vigilantes en la oración, trabajando en la caridad fraterna y exultantes en la alegría en la alabanza”.Por: Redaccion Papa Francisco | Fuente: ZENIT – Roma / 29 Noviembre 2016 

CONVOCATORIA PARA EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN PARA ADULTOS.


¿Y…por qué no me planteo mi fe en serio? ¿La fe no podrá ayudarme a vivir más feliz? ¿Me he parado a pensar por qué y para que creer?
 


Vamos a iniciar un grupo de preparación para mayores de 18 años sin límite de edad.

Primer encuentro: martes próximo, 29 de noviembre, a las 8 de la tarde en el Complejo Parroquial.

Nota: en este encuentro decidiremos el día de reunión que a todos les sea posible participar.

Hoy no podemos tener fe solo porque nos bautizaron. Necesitamos descubrirla, vivirla y testimoniarla. Decídete y prepararte para celebrar el Sacramento de la Confirmación.

Es importante que dediques un tiempo a profundizar en tu fe, a reflexionar sobre lo que significa ser creyente, a conocer las exigencias que plantea. Todo esto te ayudará, sin duda, a descubrir que vale la pena vivir la vida desde la perspectiva de la fe y a reafirmar tu decisión de ser creyente. Con ese objetivo te ofrecemos el Sacramento de la Confirmación.

Los que deseen participar se pueden anotar: en la sacristía, llamando al 928/781846 , en el archivo parroquial los miércoles y viernes de 9,30 a 12.30, también en las redes sociales de la parroquia y mandando un correo a: parroquiadeaguimes@gmail.com

 ¡ANÍMATE Y PARTICIPA!


El cielo y la tele.


Atesorar para el futuro, amar ahora para amar luego, eternamente, en el cielo.


Por un momento nos dedicamos a “canalear”. Canal 1: noticias. Canal 2: una película del Oeste. Canal 3: un programa sobre el arte colonial. Canal 4: un “reality show”. Canal 5: un concurso de canciones. Canal 6: una telenovela. Canales 7, 8, 9: publicidad...

El dedo pasa de una tecla a otra, la televisión cambia de imágenes y de sonidos. Por más que vamos hacia atrás, hacia delante, no encontramos nada, absolutamente nada, sobre el cielo...

La televisión nos llena de imágenes de lo inmediato. Noticias de guerras, escenas de terremotos, películas de ciencia ficción más o menos realistas. Tanta imagen puede embotar nuestra capacidad de fantasía, alejarnos de lo que vale realmente. A veces somos capaces de contar con mil detalles cómo ha sido una fiesta de sociedad que nos presentaron en televisión. Pero nos sentimos incapaces de decir tres palabras sobre lo que pueda ser el cielo.

Cierto: lo que ocurre tras la muerte es invisible. Nadie nos ha contado cómo es el cielo. Podemos imaginarlo de mil maneras, pero no hay ninguna cámara televisiva en un lugar que, por ahora, nos resulta inaccesible. Quizá por eso no pensamos mucho en lo que hay después de la muerte, en lo que espera a cada hombre y a cada mujer cuando cruza la frontera.

A pesar del vacío “televisivo”, el cielo sigue “allí”. Conviene pensar en él, soñar en la vida que nos espera, planear lo que vamos a hacer la mayor parte de nuestro tiempo cuando inicie la existencia futura, la vida eterna.

Es verdad que “ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman”, como decía san Pablo (1Co 2,9-13). Pero también es verdad lo que sigue en ese mismo texto de la Escritura: “Porque a nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espíritu; y el Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios. En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado” (1Co 2,9-13).

Tenemos el Espíritu de Dios. Cristo, el Resucitado, nos ha enviado un Consolador. Necesitamos a veces quitar algo de tiempo dedicado a la televisión para contemplar, para suplicar, para orar y pedir luz y comprensión de las verdades decisivas, de las certezas que pueden guiar nuestra existencia, con la mirada puesta en el cielo sin dejar de tener los pies sobre la tierra.

Desde la visión de Dios nos daremos cuenta de que no podemos vivir según el espíritu del mundo (un espíritu que aparece, muchas veces, en la televisión), sino según el Espíritu de Dios. Seremos capaces, entonces, de desapegar nuestro corazón de las frágiles riquezas materiales (Lc 12,21), de todo aquello que no puede dar vida eterna.

“A los ricos de este mundo recomiéndales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en lo inseguro de las riquezas sino en Dios, que nos provee espléndidamente de todo para que lo disfrutemos; que practiquen el bien, que se enriquezcan de buenas obras, que den con generosidad y con liberalidad; de esta forma irán atesorando para el futuro un excelente fondo con el que podrán adquirir la vida verdadera” (1Tm 6,17-19).

Atesorar para el futuro, amar ahora para amar luego, eternamente, en el cielo. No lo hemos visto (ni lo veremos) nunca en la pantalla de nuestro televisor. Pero con la luz de la fe, con la certeza del amor, con la alegría de la esperanza, nuestros corazones serán capaces de soñar en ese encuentro, eterno, dichoso, con un Padre que nos ama con locura.Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 

El Papa a los sin techo: «Perdón por los cristianos que ven a un pobre y miran hacia otro lado»(Vídeo 11-11-2016)


11 de noviembre de 2016.- (Radio Vaticano / Camino Católico) El Papa se ha reunido en el Vaticano con unas seis mil personas sin hogar. Es el primero de los tres días del Jubileo de las personas sin techo y los marginados. Fue quizá el primer encuentro multitudinario de un Papa con personas en situación marginada, y ellos no llegaron con las manos vacías. Por eso mismo, le dieron cientos de cartas y tiernos regalos. Se detuvo a escuchar sus testimonios. Luego, improvisó una meditación en la que pidió perdón en nombre de toda la Iglesia:
"Les pido perdón en nombre de los cristianos que no leen el Evangelio encontrando la pobreza en el centro; les pido perdón por todas las veces que los cristianos delante de una persona pobre o de una persona pobre miramos hacia otro lado. Perdón”.
Francisco pidió a estas personas sin hogar llegadas de toda Europa que no se rindan, que sueñen con construir un mundo mejor. Y sobre todo, que no dejen que nadie pisotee su dignidad:
"La vida se nos hace hermosa, somos capaces de encontrarla bella en las peores situaciones en las que ustedes viven. Eso se llama dignidad: esa es la palabra que me vino. La capacidad de encontrar belleza en las cosas más tristes y sufridas sólo puede hacerlas un hombre o una mujer que tiene dignidad: pobre sí, arrastrado, no. Eso es dignidad”.
Francisco pidió a los pobres que rezaran por él, para que sea fiel a su ministerio. Y lo hicieron con este gesto: imponiéndoles las manos.
El Papa dedicó más de la mitad del encuentro a saludar y a abrazar personalmente a muchos de los participantes, que estaban tan emocionados que provocaron algún susto a los guardaespaldas del Vaticano. En el vídeo se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre, la oración que ha hecho por todos los reunidos y la oración de intercesión que los sin techo han hecho por el Papa. 


ENCUENTRO DIOCESANO DE FAMILIAS, DOMINGO 27 DE NOVIEMBRE EN AGÜIMES.

Domingo,27 de Noviembre de 2016
de 10 horas de la mañana a 18 horas de la tarde.
Lugar: Colegio Nª.Sra del Rosario en Agüimes.

Nos acompaña nuestro Obispo
Monseñor Don Francisco Cases Andreu.



Invitación del Secretariado Diocesano de
Pastoral Matrimonial y Familiar




Si, un día me hablaron de Dios.


Cuando esa experiencia personal con Cristo llega, ya no cabe ninguna duda, vas tras sus huellas, lo acompañas...te enamoras de Él.

Señor, a mi también me hablaron de Ti.

Si, un día me hablaron de DIOS.

Nací de unos padres casados por el Sacramento del Matrimonio. Me contaron que me habían bautizado para entrar en el seno de la Iglesia Católica y desde entonces soy hija de Dios. Mis padres eran católicos practicantes y en mi hogar se rezaba.

De mis primeros años tengo el recuerdo de mi madre tomando mi manita y enseñándome a persignarme con el signo de la cruz. Y las primeras oraciones hacia un Dios que había sido mi Creador y que llegado su tiempo, una mujer, que se llamaba María, que era virgen y que ahora era también mi Madre en el Cielo, que fue la Madre de Jesús y que Jesús era hombre y también Dios y ÉL era el HIJO DE DIOS y su PADRE ERA TAMBIÉN NUESTRO PADRE y que a si empezaba la más bella de las oraciones... Y también me habló del Espíritu Santo al que había que pedirle: luz y consuelo...

Hice mi Primera Comunión y creo recordar que estaba más entusiasmada con mi vestido blanco que por lo que iba a hacer... Yo también era una católica practicante por eso, tan solo porque me habían hablado de TI.

Pero todo esto....¡no basta!

Hay fe, pero esa fe es como una herencia que recibimos de labios y del corazón de nuestros padres, como un camino a seguir y que nos pusieron en él para que fuésemos felices.

Caminar por él... no basta...

Se necesita...¡una experiencia personal con Dios!.

Y cuando esa EXPEREINCIA PERSONAL CON CRISTO llega, ya no cabe ninguna duda, vas tras sus huellas, lo acompañas en los pasajes de su vida aquí, en la Tierra, subes con El a la montaña de las Bienaventuranzas, te acercas a la Santísima Virgen María y a San José en una noche estrellada y te rindes de rodillas ante el Nacimiento del Salvador.

Estás con El en la Última Cena y por eso sabes "que estaba triste"... Te acercas a El en el Huerto de los Olivos y con El aprendes a decir, aunque tengas miedo, aunque estés llorando, !Hágase tu Voluntad!.

Y lo ves luego, cuando los azotes caen sobre su espalda desnuda y su piel se rasga... Y te duele el corazón y le sigues por el camino donde lleva la Cruz sobre sus hombros y entonces es cuando tu cruz o tus cruces te parecen pequeñas y ya no te quejas.

Ves los ojos de María, su madre, que luego será también nuestra porque Jesús antes de morir nos la regala, y sabes que no puede haber ojos con tanto dolor como los de Ella.

Desearás muchas veces besar esas manos y esos pies que están atravesando unos clavos y luego lo miras y ya es una figura patética alzada en una cruz de madera, con una corona de espinas y unos labios pálidos y resecos que están pidiendo "el perdón por nuestros pecados"...

Y lo ves más tarde, ya muerto en los brazos de su Madre...

Para luego acompañarle camino de Emaús, ¡ya resucitado! Y como sus acompañantes le dices, le suplicas: ¡Quédate, se está haciendo tarde, se pasa la vida, se llega la cuenta, la eternidad... quédate conmigo, Señor!. ¡Y El se queda!

Y esa experiencia personal te hace saber que ya no te dejará, que siempre estará junto a ti, pase lo que pase, hasta el fin de tus días, hasta el momento de encontrarte cara a cara con El, que ahora si sabes que será el encuentro con quién tanto te amó, con quién dio la vida para que consiguieras que ese momento llegara, para el GRAN ENCUENTRO como a mi me gusta llamarle a la muerte…


SEÑOR, creo en TI, PERO AUMENTA MI FE.
Por: María Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net