1º.domingo de Adviento.

Para entender la esperanza



Cáritas Española, en la Campaña institucional Construyendo espacios de esperanza,
nos ofrece las razones para entender la esperanza y la utopía que mueve a Cáritas:
Las personas somos seres que esperamos, somos esencialmente proyecto de futuro.
Vivir sin esperanza sería desintegrarse como persona…. El ser humano necesita
una esperanza que vaya más allá; siempre aspiramos a más (cf. Spe salvi, 30).
Desde Cáritas: nosotros, la comunidad cristiana, tenemos la convicción de que
«quien ha sido tocado por el amor de Dios empieza a intuir lo que quiere decir la palabra
esperanza» (Spe salvi, 27). La experiencia de sentirnos amados por Dios nos inunda
de una esperanza desbordante y nos invade de una confianza y de una certeza de saber
que nuestra vida está en buenas manos, que hay un futuro ilusionante sobre nosotros…
Para acceder a esta esperanza es necesario ser personas sencillas y humildes, que
se han desprendido de su ego, de su estar centrados en sus intereses, conscientes de
su fragilidad y su vulnerabilidad…
Esta esperanza que ha nacido fruto de este Amor experimentado, nos hace sentir
salvados y esto no podemos guardárnoslo para nosotros solos. Esta esperanza queremos
que llegue y se contagie a todos (cf. Spe salvi, 3). Nuestra esperanza no es individualista,
sino comunitaria. Jesús y su Reino nos comprometen a favor de los demás,
nos hace sentirnos responsables de los otros, nos lanza a despertar esperanzas
entre la gente sencilla, humilde y pobre.
La esperanza cristiana no es espera pasiva del futuro, ni resignación conformista, ni
tampoco se reduce a un ingenuo optimismo. Nuestra esperanza brota de la confianza
que ponemos en Dios, que nos ayuda a afrontar la realidad con serenidad, sin dejar que
el peso de las dificultades nos aplasten e intentando cambiar lo que se puede cambiar.
Estamos en camino hacia una sociedad en la que habite la justicia y, con nuestras
obras, tratamos de ir anticipándola cada día en nuestro caminar por esta vida.
Esperar es tener capacidad para ver, aun cuando nuestros ojos no vean. Es recuperar
nuestra capacidad de soñar un mundo mejor para todos, es cuestionar las estructuras
y las ideologías humanas, que hacen infelices a las personas, y es colaborar
activamente para que nazca un mundo nuevo y liberado. Esperar es descubrir y acoger
cada día la fuerza de vida de Jesús Resucitado, que hace nuevo este mundo con
la fuerza de su Espíritu Santo.
En esto se funda la esperanza que mueve el actuar de Cáritas, la acción social de
la Iglesia. Detrás de sus múltiples acciones y compromisos visibles, se encuentra la
fuente de esta esperanza, que nutre y dinamiza toda su acción social y caritativa (3).
Bienaventuranzas del Adviento (4)
Felices quienes siguen confiando, a pesar de las muchas circunstancias adversas
de la vida.
Felices quienes tratan de allanar todos los altibajos de la existencia: odios, marginaciones,
discordias, enfrentamientos, injusticias.
Felices quienes descienden de sus cielos particulares para ofrecer esperanza y
anticipar el futuro, con una sonrisa en los labios y con mucha ternura en el corazón.
Felices quienes aguardan, contemplan, escuchan, están pendientes de recibir una
señal y cuando llega el momento decisivo, dicen: sí, quiero, adelante, sea, en marcha…
Felices quienes denuncian y anuncian con su propia vida y no sólo con meras
palabras.
Felices quienes rellenan los baches, abren sendas, abajan las cimas, para que la
existencia sea para todos más humana.
Felices quienes acarician la rosa, acercan la primavera, regalan su amistad y reparten
ilusión a manos llenas con su ejemplo y sus obras.
Felices quienes cantan al levantarse, quienes proclaman que siempre hay un
camino abierto a la esperanza, diciendo: «No tengáis miedo, estad alegres. Dios es
como una madre, como un padre bueno que no castiga nunca, sino que nos acompaña
y nos alienta, pues únicamente desea nuestra alegría y nuestra felicidad».


Haz de mí
Haz de mí, Señor, una persona sensible a todo lo humano.
Haz de mí, Señor, una persona capaz de llegar
a ese secreto donde cada hombre y mujer viven y mueren,
luchan y esperan, buscan y ansían la felicidad.
Haz de mí, Señor, una persona a quien
nada verdaderamente humano le deje indiferente.
Haz de mí, Señor, una persona tan evangélica
y seguidora de Jesús, que se estremezca
ante el dolor y las lágrimas de personas que lloran,
ante la ilusión y la esperanza
de los que sueñan caminos nuevos.
Haz de mí, Señor, una persona que ame al mundo
y los problemas de la humanidad.
¿Cómo anunciar que eres Dios de encarnación,
si me mantengo al margen de los grandes interrogantes de la humanidad de hoy?
¿Cómo anunciar un futuro que no acaba, si sólo sé ver
las huellas de la muerte sin horizonte de resurrección?
Haz de mí, Señor, un experto en humanidad
asumiendo siempre y en todas partes la solicitud por el hombre
que Jesús mismo practicó con su trato con los pobres y necesitados,
con los que buscaban la verdad, con los que eran injustamente tratados,
con los heridos al borde del camino, con los excluidos por la sociedad.
Haz de mí, Señor, una persona de verdad en medio de la mentira;
una persona de libertad en medio de las modernas esclavitudes;
una persona de palabra en medio de quienes roban la palabra.
Haz de mí, Señor, una persona de bondad en medio de los que siembran cizaña;
una persona de humanidad en medio de los que deshumanizan;
una persona de Vida en medio de tanta muerte.
Han de mí, Señor, una persona de Buena Noticia
en medio de la noche del mundo.

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO
• ¿Con qué actitudes me propongo vivir este Adviento para superar la apatía
y renovar la esperanza?
• En la crisis estructural en la que estamos viviendo, ¿qué razones ves para
la esperanza? Describe los aspectos positivos que detectas en las personas
y en las instituciones en estos momentos.
• Detecta y plantea cuáles son las situaciones o hechos que nos roban la esperanza.
• ¿Cómo ser signos de esperanza en nuestra sociedad para tantas personas
que la han perdido?
(Fuente:extracto del libro ¿Qué has hecho con tu hermano?)