Abrirte una rendija...


Sólo me hace falta permitir, que mi tiempo ya no sea mío, y empezar a descubrir un mundo maravilloso de amor sin límites.



Lo sé por tu Palabra: amas al hombre. A ese hijo tuyo que tantas veces te ha negado. A ese ser débil y frágil que promete ser honesto y no lo cumple. A esa criatura que piensa, sueña, ama, y sucumbe ante el egoísmo, el placer, el dinero.

¿Por qué buscas al hijo rebelde? ¿Por qué abres puertas para que pueda encontrarte quien te ha rechazado tantas veces? ¿Por qué esperas a quien vive envuelto en auto engaños de poder y de soberbia?

Me cuesta entender esa paciencia infinita de tu Corazón. Dios, si no fueras tan bueno, hace ya mucho tiempo que nos habrías abandonado a nuestra suerte.

Sin embargo, sigues tras mis huellas. Esperas a que te abra una rendija, una pequeña grieta en mi alma.

Si algún día dejo de lado mis miedos, mis avaricias, mis complejos; si, tal vez en este momento, permito que tu Palabra limpie la sangre de mis heridas, empezaré a descubrir un mundo maravilloso de amor sin límites, de servicio alegre, de esperanza filial.

Sólo me hace falta abrirte una rendija. Permitir, por un momento, que mi tiempo ya no sea mío, para dejarte decirme, al oído, tu gran sueño: ven a casa, hijo mío, y celebremos juntos un banquete de perdón, de paz, de alegría plena...
Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 

Celebrar a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, nos llena de alegría


Cristo es el único Salvador del mundo. De un modo personal, profundo, quiere ser, también, mi Salvador.


Nuestro corazón está herido por el pecado, nuestra mente vive dispersa en mil distracciones vanas, nuestra voluntad flaquea entre el bien y el mal, entre el egoísmo y el amor.

¿Quién nos salvará? ¿Quién nos apartará del pecado y de la muerte? Sólo Dios. Por eso necesitamos acercarnos a Él para pedir perdón.

Pero, entonces, "¿quién subirá al monte de Yahveh?, ¿quién podrá estar en su recinto santo?" Sólo alguien bueno, sólo alguien santo: "El de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño jura" (Sal 24,3-4).

Sabemos quién es el que tiene las manos limpias, quién es el que tiene un corazón puro, quién puede rezar por nosotros: Jesucristo.

Jesucristo puede presentarse ante el Padre y suplicar por sus hermanos los hombres. Es el verdadero, el único, el "Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec" (Hb 5,10; 6,20). Es el auténtico "mediador entre Dios y los hombres" (1Tm 2,5), como explica el "Catecismo de la Iglesia Católica" (nn. 1544-1545).

Cristo es el único Salvador del mundo. De un modo personal, profundo, quiere ser, también, mi Salvador.

Celebrar a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, nos llena de alegría. El altar recibe la Sangre del Cordero. El Sacerdote que ofrece, que se ofrece como Víctima, es el Hijo de Dios e Hijo de los hombres. El Padre, desde el cielo, mira a su Hijo, el Cordero que quita el pecado del mundo, el Sumo Sacerdote que se compadece de sus hermanos.

El pecado queda borrado, el mal ha sido vencido, porque el Hijo entregó su vida para salvar a los que vivían en tinieblas y en sombras de muerte (cf. Lc 1,79).

Podemos, entonces, subir al monte del Señor, acercarnos al altar de Dios, participar en el Banquete, tocar al Salvador.

Como en la Última Cena, Jesús nos dará su Cuerpo y su Sangre. Como a los Apóstoles, lavará nuestros pies, y nos pedirá que le imitemos: "Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve” (Lc 22,27). “Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros” (Jn 13,15).

Ese es nuestro Sumo Sacerdote, el Cordero que salva, el Hijo amado del Padre. A Él acudimos, cada día, con confianza: "Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado.

Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna" (Hb 4,15-16).
Por: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net 

Oración al Espíritu Santo frente al Santísimo


Es el Espíritu Santo a quien tenemos que llamar y pedirle que siempre nos acompañe e ilumine en nuestro diario caminar.

Voy a empezar este diálogo con una invocación al Espíritu Santo:

"Oh, Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo. Inspírame ser siempre razonable en mi pensar, acertar lo que voy a decir, cuando me convienen hablar y cuando me conviene callar, ilumíname para escribir, impúlsame para actuar, que tengo que hacer para saber perdonar procurando tu mayor gloria y bien de las alma y mi propia santificación. ¡Espíritu Santo ilumina mi entendimiento y fortalece mi voluntad!. Amén"

Yo se que esta oración te agrada porque cuando te llegó el momento de partir hacia el Padre, tu corazón de hombre supo de la pena, de lo que es una despedida... Dejabas a tu Madre que tanto amabas....la dejaste al cuidado y protección de Juan, pero...."la dejabas".... a tus queridos amigos, a las personas que te seguían fieles y que tanto estimabas.

Por eso nuestra fe, nuestra religión es única y verdadera por ser revelada cuando dijiste: - "Si me amais guardareis mis mandamientos y yo rogaré al Padre y os dará otro Paráclito (abogado y consejero) para que esté con vosotros para siempre. Espíritu de verdad a quién el mundo no puede recibir porque no lo ve ni le conoce. Pero vosotros le conoceis porque mora en vosotros y en vosotros está". Juan 14, 15-17.

Tu, Jesús, nos enseñaste esta gran verdad... ¡y qué poco pensamos en ella !

El Espíritu Santo que es el Espíritu de Dios, no tiene otro deseo que el que le llamemos, ¡ven Espíritu Santo! para venir en nuestra ayuda en medio de nuestras tristezas y desolaciones...

¡Qué poca fe, Señor, perdónanos!

El es una fuente de gracias y de inspiraciones para llevarnos a obrar, en todos los momentos de nuestra vida con la seguridad de poder acertar en el seguimiento de la voluntad de Dios. Es la Tercera persona de la Santísima Trinidad. Es Dios de la misma sustancia divina que el Padre y el Hijo pero al mismo tiempo una Persona distinta de las otras dos, pero solo hay un Dios.

Y ese Dios-Padre por nadie fue hecho ni creado ni engendrado. El Hijo fue engendrado y se hizo hombre y es Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo porque es el AMOR de ambos.

Y ese AMOR y ese ESPIRITU lleno de Dios es al que tenemos que llamar y pedirle que siempre nos acompañe e ilumine en nuestro diario caminar. En este diario vivir que siempre nos salen al paso diferentes alternativas y decisiones y muchas veces son tan importantes que dudamos ante ¿dónde estará lo correcto?.

Oremos.
Vivamos esta gran maravilla de Dios que desea que nos acompañe el GRAN CONSOLADOR.

Salimos y dejamos tu sacramental presencia en el Sagrario reconfortados por esta reflexión de hoy donde has puesto en nuestro corazón la fortaleza y la paz de ese tu Gran Espíritu.

¡Gracias, Jesús !
Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net 

VIGILIA DE PENTECOSTÉS ZONA SUR, VIERNES 13 DE MAYO A LAS 8 DE LA TARDE.ESTÁN TODOS INVITADOS.



     La venida del Espíritu Santo debe ser un acontecimiento en la vida de todo cristiano. Necesitamos continuamente de su fuerza en el camino de la vida.

    El viernes próximo, 13 de mayo, a las 8 de la tarde nos uniremos para celebrar  la Vigilia de Pentecostés en la zona Sur. Será en San
Fernando de Maspalomas.
   
   Para facilitar la participación saldrá una guagua desde el aparcamiento de la piscina a las 6,30 de la tarde.      

Anotarse antes en la sacristía o en el archivo. Precio guagua 3 €.


INVITACIÓN AL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE ENFERMOS,SÁBADO 7 DE MAYO A LAS 11,30 DE LA MAÑANA EN LA IGLESIA SAN SEBASTIÁN DE AGÜIMES.


Le invitamos a la Celebración de la Eucaristía en la que se celebrará el sacramento de la Unción de los Enfermos para las personas ancianas o enfermas que lo deseen recibir.
      

       Día:  sábado,7 de mayo 
     Hora: 11,30 de la mañana
     Lugar: Iglesia Parroquial San Sebastián de Agüimes.

 Si necesita quien le traslade desde su domicilio le ofrecemos el servicio de coches particulares. Agradecemos  lo comunique a: 

-Hna. Carmen al tfno.: 928/12.42.75  

-Párroco al tfno.: 928/78.18.46.

   “El Sacramento de la Unción de los Enfermos es por el que el Señor nos ayuda a llevar la enfermedad o la ancianidad en nuestra vida”.