Por María a Cristo.
Ella se dirige a nosotros: No tengas miedo de él. Ten la valentía de arriesgar con la fe. Comprométete con Dios.
“Aprender de la oración de María es unirse a su plegaria ‘hágase en mí según tu palabra’ (Lc 1,38) […] Si como María decimos ‘sí’, Dios tiene la oportunidad de vivir su vida en nuestra vida” (YouCat, n. 479).
“Ella se dirige a nosotros diciendo: ‘No tengas miedo de él. Ten la valentía de arriesgar con la fe. Ten la valentía de arriesgar con la bondad. Comprométete con Dios; y entonces verás que precisamente así tu vida se ensancha y se ilumina, y no resulta aburrida, sino llena de infinitas sorpresas, porque la bondad infinita de Dios no se agota jamás’” (8-12-2005).
María, nuestra Madre del cielo, quien fue la primera que tuvo un diálogo profundo con el Señor.
El Rosario es un medio para orar a Dios a través de María, haciendo viva la frase de san Luis Grignon de Montfort: “por María a Cristo”.
“Aprender de la oración de María es unirse a su plegaria ‘hágase en mí según tu palabra’ (Lc 1,38) […] Si como María decimos ‘sí’, Dios tiene la oportunidad de vivir su vida en nuestra vida” (YouCat, n. 479).
Esto nos habla de abandono en Dios y fue lo que María hizo durante toda su vida, estando abierta a escuchar a Dios para cumplir Su voluntad. Al aceptar ser la madre de Dios, se convierte en el primer tabernáculo teniendo a Jesús en su vientre durante el embarazo. Nos podemos imaginar los diálogos de amor que habrá tenido con su hijo y luego, fue ella quien le enseña, no sólo a caminar y los aspectos humanos de la vida, sino también le enseña a rezar y cómo agradar a Dios con las acciones del día a día. Esto nos puede parecer extraño, pero Jesús, siendo Dios, se hizo realmente hombre y esto implica un aprendizaje en todos los aspectos. Es por esto que decimos que acercarse a María es ir hacia Cristo, pues fue María la que más le conoció, la más cercana y por lo tanto, qué mejor que Ella para tenerla como modelo para imitar a Cristo.
Una gran forma de rezar a y con María es el Santo Rosario. Una oración que se desarrolló en el s. XII principalmente con los cistercienses y los cartujos. Surgió como una distribución llamada “salterio mariano” y era para los hermanos legos que no rezaban la Liturgia de la Horas (pues eran rezadas en latín). Después fue difundida por los dominicos y otras órdenes religiosas. (Cf. YouCat, p. 266). El rezo consta de cinco misterios compuestos cada uno de un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria. A través de ellos recorremos los misterios más significativos de la vida de Jesús, lo que nos ayuda a conocerle y acercarnos a Él. San Juan Pablo II nos invitó a meditar y contemplar estos misterios mientras recitamos la decena de Avemarías, lo que nos ayuda a acercarnos a Cristo a través de María. De nuevo: por María a Cristo.Es recomendable entonces que cada cristiano sepa rezar esta maravillosa oración y mejor aún si se hace en familia, pues es una oración que une mucho, es muy participativa y se puede ofrecer cada misterio por alguna intención, uniendo en oración a la familia.
Por último cito unas palabras del papa emérito Benedicto XVI que nos pueden iluminar en nuestro conocimiento y amor a María.
“Ella se dirige a nosotros diciendo: ‘No tengas miedo de él. Ten la valentía de arriesgar con la fe. Ten la valentía de arriesgar con la bondad. Comprométete con Dios; y entonces verás que precisamente así tu vida se ensancha y se ilumina, y no resulta aburrida, sino llena de infinitas sorpresas, porque la bondad infinita de Dios no se agota jamás’” (8-12-2005).
Por: P. Sebastián Rodríguez, LC | Fuente: elblogdelafe.com